viernes, 17 de enero de 2014

NICETO BLÁZQUEZ, O.P.


PROPAGANDA POLÍTICA


PROPAGANDA POLÍTICA Y LAVADO CEREBRAL
1. DEFINICIÓN DE LA PROPAGANDA


El término PROPAGANDA se utiliza como nombre sustantivo desde 1662 acuñado en la encíclica Inescrutabili del papa Gregorio XV, el cual, siguiendo las instrucciones del concilio de Trento, instituyó la congregación DE PROPAGANDA FIDEI. O sea, un organismo responsable de la propagación de la fe cristiana en sintonía con los criterios de la predicación evangélica. De acuerdo con este significado etimológico e histórico  e histórico el término  propaganda se refiere actualmente a un conjunto de acciones organizadas para difundir o defender algo, sobre todo ideas, ideales, proyectos, convicciones, creencias, una persona, una institución o cualquier cosa. Actualmente la actividad propagandística adquiere particular relevancia en el campo de la política y de las ideologías, sin excluir los campos de las sectas religiosas, del comercio y de los movimientos elitistas. Aunque originalmente propaganda es un término inocente, con el tiempo y con su polarización en el campo de la propaganda política, ha adquirido un matiz marcadamente peyorativo y sospechoso. Frente a la propaganda, tanto ideológica como real, nos prevenimos y tomamos medidas de cautela para que como suele decirse, no nos vendan la moto. A esta degeneración semántica del término han contribuido poderosamente  las campañas de propaganda nazi y marxista. De ahí el uso a veces de propaganda como sinónimo de coacción moral, proselitismo, publicidad y difusión sospechosa de ideas o cosas. No en vano los estudiosos de la historia de la propaganda nos remiten en sus estudios a modelos referenciales tan significativos como las campañas nazis y las estrategias ideológicas e informativas marxistas. De ahí su cariz predominantemente negativo. Cuando se dicen frases como "esto es pura propaganda" es porque se la asocia a una actividad intencionada que inspira desconfianza o sospecha.
2. PRINCIPALES TÉCNICAS PROPAGANDÍSTICAS
A continuación voy a intentar describir las formas de propaganda más destacables y conocidas por los expertos en medios de comunicación.
 
ESTEREOTIPOS Y CLICHÉS
Existe en nosotros una tendencia a tipificar las cosas y las personas creando imágenes referenciales por relación a las cuales juzgamos más fácilmente a las personas y los acontecimientos. Una vez realizada la clasificación más cómoda atribuimos a esos estereotipos o imágenes sesgadas cualidades, defectos y juicios de valor. Se lanza, por ejemplo, el estereotipo del hombre progresista y conservador. Al primero se le atribuye automáticamente todo lo que significa progreso y bienestar. Al segundo, retroceso y malestar. En clave estereotipada se dice, por ejemplo, que el catalán es pesetero, el andaluz mentiroso, el gallego desconfiado y los vascos violentos. A la mujer asociamos la belleza y al hombre la fuerza. La propaganda política asocia a sus eslóganes electorales lo mejor en todo y a los de sus opositores lo peor. En la propaganda se manejan magistralmente los dilemas amor/odio, libertad/opresión, riqueza/pobreza, felicidad/desgracia. Los lemas electorales son estereotipos o visiones deformadas de las cosas y de los acontecimientos. En ellos hay siempre una descalificación más o menos explícita del grupo opositor al que se le atribuye algún "sambenito" o presunto defecto irreparable.   
MANIPULACIÓN DE NOMBRES PROPIOS Y ADJETIVOS
 A los comunistas, por ejemplo, se les llama "rojos"; a los jefes de los sindicatos, "cabecillas sindicales". En lugar de "capitalismo" se dice "libre empresa". Se habla de "educación sexual" o de amor cuando en realidad de lo que se trata es de sexo crudo. En la propaganda abortista no se habla de aborto provocado sino de "interrupción del embarazo". En bioética los promotores de la eutanasia activa hablan del "derecho a morir con dignidad" o del "suicidio asistido". A la inseminación humana "in vitro" o de laboratorio la denominan "procreación asistida". En las campañas pro divorcio se habla de "rehacer la vida" y a las prostitutas se las denomina "asistentas sexuales". Los expertos en propaganda saben sustituir las frases sencillas y de fácil comprensión por palabras, tópicos y frases grandilocuentes o biensonantes disimulando su verdadero significado e invitando melodramáticamente a aceptar el punto de vista del sujeto personal o colectivo propagandista. Los expertos en propaganda suelen ser maestros en el uso de adjetivos y términos de significación neutra o aparentemente inocente.


SELECCIÓN DE DATOS
Esta técnica consiste en elegir para el discurso de propaganda sólo aquellos datos que favorecen a los intereses del propagador eliminando todos los demás. Esta selección constituye una verdadera censura. Aquí se cumple a la perfección aquello de que "cada uno lleva el agua a su molino". Los discursos diplomáticos suelen ser obras maestras en el arte de la propaganda política en términos de lenguaje selecto. Por lo que se refiere a la selección de los hechos, aquí se cumple también aquello de "no mencionar la soga en casa del ahorcado". En el discurso propagandístico siempre se suprimen hábilmente aquellos datos que por su sentido pudieran comprometer la intención y los intereses del persuasor.
EL RECURSO A LA MENTIRA
Tanto en publicidad como en propaganda se recurre a la mentira. Pero en la propaganda de forma más descarada y explícita. Por ejemplo, se elaboran falsas afirmaciones de tal manera que parezcan verdades evidentes. El recurso a la mentira en la propaganda es preocupante por lo habitual y  existen estudios monográficos altamente significativos al respecto. Se tiene la impresión de que en la propaganda política y en las informaciones oficiales relativas a las guerras la mayor parte de las informaciones son mentiras. De fondo late siempre el principio maquiavélico de "miente que algo queda". La mentira se ha convertido en una técnica habitual de manipulación psicológica en el campo de la propaganda y de la publicidad y en buena medida también en el contexto de la información periodística.
        REPETICIÓN DE PALABRAS EMBLEMÁTICAS Y FRASES HECHAS
Por analogía con el recurso sistemático a la mentira otras veces el propagandista se atiene a aquello de "repite que algo queda". Los eslóganes y lemas de campaña han de ser repetidos por activa, por pasiva, de palabra, en imágenes o en música. Es la técnica del estribillo mediante el cual se van grabando las ideas punta en las mentes de los receptores. Eso sí, sin saturar tanto que se provoque el rechazo por sofoco psicológico y hastío. La gente puede terminar cansada de oír siempre y en todas partes  la misma “cancaramusa".
EL PROPAGANDISTA NO RAZONA
Rara vez argumenta. Más bien hace afirmaciones audaces y contundentes en favor de sus intereses y puntos de vista. El propagandista es selectivo. La esencia de la propaganda consiste en la presentación unilateral de las cosas, la limitación del pensamiento y la exclusión de las preguntas explicativas. Los aspectos negativos son pasados por alto o relegados a un plano marginal sin relieve.
ATAQUES DIRECTOS CONTRA EL PRESUNTO CONTRINCANTE
El propagandista supone que tiene siempre algún enemigo externo. Hay que identificar al otro o a los otros para disparar certeramente sobre ellos. Con este recurso los propagandistas consiguen entusiasmar a su propio grupo y elevar su moral interna. En los mítines políticos, por ejemplo, los oradores cuidan mucho estos ataques a su principal adversario, lo que enardece al auditorio que irrumpe en aplausos.
LAS AUTORIDADES TÉCNICAS DE APOYO
Es el recurso a personas de prestigio reconocido en el campo de la ciencia o de cualquier sector de la vida cultural. En las campañas electorales los líderes políticos cuidan mucho el rodearse de personas popularmente conocidas como reclamo emocional del voto. Por razones obvias los que más se prestan para esta  estrategia suelen ser los artistas. Los auténticos hombres de ciencia suelen ser más reacios a los juegos de la propaganda ya que  se juegan su propio prestigio profesional. En este orden de cosas hay que recordar también el recurso a las frases de apoyo, especialmente en la persuasión publicitaria. Si se trata de fármacos, por ejemplo, lo corriente es citar alguna frase o afirmación favorable de algún médico o investigador de prestigio. Otras veces se menciona a las personas que se sirven de los productos ofertados. "De esta carnicería se sirve en la mesa del rey". A lo que replicó un competidor: "Dios salve al rey". Lo más desagradable es cuando  aparecen personajes conocidos en el campo de la medicina apoyando a grupos políticos que propugnan causas injustas o perversas como ha ocurrido en el caso de la legalización del aborto.


PERSONALIZACIÓN DEL ADVERSARIO
Es una forma de simplificación. El persuasor propagandista concentra sus ataques no en los grupos humanos denominados clases, partidos políticos, grupos empresariales o ideológicos, sino en las personas concretas que los lideran. Es más facil conocer los puntos débiles de una persona significativa que los del grupo que representa. Por otra parte, apuntando al líder se socava más fácilmente la unidad de los miembros del grupo adversario, entre los cuales se estimulan las deserciones. Aquello de que "divide y vencerás" se consigue más fácilmente desautorizando directamente al jefe.
En la historia reciente de España hay ejemplos muy elocuentes de esta técnica. Basta repasar los reproches que suelen dirigirse a los líderes de los partidos políticos. Felipe González, por ejemplo, llegó a ser considerado como la personificación de la "corrupción política" en todos los campos y Jordi Pujol como el manipulador, bajo, gordo y feo que conseguía todo el dinero que conseguía todo el dinero que quería para Cataluña de las arcas del Estado. José María Aznar era reducido a la caricatura de un bigote sin experiencia y Javier Arzalluz  tuvo que cargar con el sambenito de jesuita fracasado metido a político. No hay líder político que no haya tenido o tenga su banderilla propagandística.
La personalización del adversario suele hacerse también aislando a los grupos opositores mediante el calificativo común de globalizantes. Los nazis, por ejemplo, hablaban de "judaísmo internacional", o de "cuadrilla de curas hostiles al Estado" al tiempo que ridiculizaban la figura física de Churchill. Para los comunistas el enemigo a vencer se llamaba "imperialismo americano", "el estado burgués", la "clase explotadora" o la "burguesía europea". En la propaganda franquista la síntesis de todos los enemigos era la "conspiración judeo-masónica". Posteriormente esta simplificación dio paso a otra más eficaz. Los enemigos del régimen tenían un nombre propio: comunistas. Una cuestión importante es la de si los defectos que suele atribuirles la propaganda del adversario son o no objetivos y verdaderos. Pero esta cuestión corresponde propiamente a la ética y no a la psicología la cual se limita a constatar que, de hecho, las descalificaciones de la propaganda a veces tiene tienen algún fundamento, pero que después es agrandado o deformado en función de los intereses exclusivos y excluyentes de la persona o grupo líder de las campañas de propaganda.
3. EL "LAVADO DE CEREBRO"
Hablando de técnicas propagandísticas es obligado dedicar unas palabras de clarificación sobre las técnicas del "lavado de cerebro" practicadas sobre todo en el siglo XX en el contexto de la imposición de ideologías brutales de signo político. Los modelos referenciales más estudiados por los expertos a este respecto son la propaganda nazi y marxista. Esta expresión fue acuñada por Edward Hunter en su conocida obra Brainwashing in Red China en la que analiza los procesos de adoctrinamiento político llevados a cabo en la población civil por los comunistas chinos. Procesos que se practicaron muy llamativamente con los prisioneros de guerra en Corea y que los rusos venían poniendo en práctica de forma muy brutal sobre todo desde las purgas de 1930. En su origen eran métodos policíacos de tortura psicológica aplicados a los prisioneros y disidentes políticos a fin de obtener de ellos confesiones arbitrarias y cambios duraderos en las actitudes básicas por relación a la ideología y autoridad del partido comunista. Los nazis buscaban lo mismo por relación a la ideología y las autoridades nazis. De acuerdo con estudios de destacados expertos las técnicas psicológicas del "lavado de cerebro" pueden reducirse a las cuatro fases siguientes.


ASALTO A LA IDENTIDAD PERSONAL

 Si la víctima es un profesional de la medicina, por ejemplo, se le dice desde el primer momento que no es médico, sino un espía camuflado de médico. No se le trata por su nombre sino por un número. Seguidamente la víctima es reducida a unas condiciones físicas dolorosas y humillantes en una "celda" sin comodidades ni condiciones higiénicas donde los compañeros de desgracia tratarán de "catequizarle" para la causa. De esta forma tratan ellos de redimirse a sí mismos de sus penas. Sin descanso físico ni psíquico, sin alimentación, soportando constantes interrogatorios y en condiciones higiénicas infrahumanas, la víctima termina perdiendo la noción de sí misma y del tiempo quedando reducida a una dependencia infantil de sus torturadores.

IMPLANTACIÓN DEL SENTIMIENTO DE CULPABILIDAD

La víctima tiene que aprender a sentirse culpable. Fuera y dentro de la "celda" la atmósfera que respira es tal que termina sintiéndose, contaminado por la sensación de delincuente, justamente tratado. Por una parte empieza a sentir la necesidad psicológica de confesar el presunto delito al tiempo que se empieza a aislar de la gente y a distanciarse de los modelos de conducta anteriores. Con el tiempo le ocurre algo así como al que es internado en un hospital de locos peligrosos. Cualquier confesión de inocencia es interpretada en clave de sospecha, que confirma la necesidad del trato que está recibiendo.

MIEDO A SU ANIQUILAMIENTO TOTAL COMO PERSONA

 Llega el momento en que se teme lo peor como es la pérdida total de su personalidad. Se rompe la integración física y psíquica de la víctima, la cual suele optar por una de estas salidas: ponerse enfermo incondicional, volverse loco o la muerte. Pero es en esta fase cuando los torturadores adoptan una posición aparentemente comprensiva aliviando la situación y haciendo promesas halagadoras de libertad a condición de "confesar" toda la verdad. La víctima lo intenta, pero si dice algo que pueda poner en cuestión su presunta culpabilidad no es creído y los interrogatorios se prolongan sin fin. El interrogado puede llegar a pensar ya más en la hora de su fusilamiento que en otra cosa.

CANALIZACIÓN DE LA CULPA

 El objetivo final es que el inculpado acepte el punto de vista del "pueblo", "clase obrera", o del "Fhürer". En ese momento se pone de parte de los que le condenan y acepta su gran delito: ser "imperialista", "capitalista", "hostil al régimen", "espía secreto"... Sólo se espera la confesión final de "conversión" a la causa. La conclusión sería está: efectivamente, teníais razón. Soy culpable como pensaba el gobierno, que nunca se equivoca. La fase de la reeducación o deshonra lógica sobreviene cuando el individuo aprende a criticarse a sí mismo de acuerdo con los cánones de la ideología marxista. A continuación viene la llamada fase de progreso y armonía, que culmina en la confesión final y recapitulación.

CONCLUSIÓN

Después de esta descripción telegráfica del "lavado de cerebro" cabe preguntarnos si las técnicas de propagandas políticas  descritas, reforzadas con los modernos medios de comunicación audiovisuales, no son en muchos casos puras modalidades del lavado cerebral. Por otra parte la propaganda política y la publicidad comercial tienen el mismo objetivo psicológico que el lavado de cerebro y consiste en modificar las actitudes de los destinatarios para "convertirlos" a las ideas políticas y a los productos ofertados. Es verdad que la persuasión se distingue de la coacción. La persuasión, en efecto, es un modo de influir en las actitudes de los demás, pero de forma suave y hasta agradable dentro de un supuesto contexto de libertad por parte de los persuadidos para rechazar libremente dicho influjo. La persuasión razonable es una forma de comportamiento respetuosa de la libertad ajena. La propaganda, por el contrario, sobre todo la extremada que tiene lugar en el lavado cerebral, se sale fuera del rango de lo razonable y humano. Los propagandistas son siempre manipuladores desvergonzados de la voluntad de sus víctimas. La nota específica del lavado cerebral es la absoluta arbitrariedad y forma violenta de llevar a cabo sus irrespetuosos e irracionales objetivos. Dicho lo cual, quiero terminar estas breves reflexiones con una mención explícita del fanatismo nacionalista catalán y vasco en nuestros días. Cada vez estoy más convencido de que los líderes de estos fanatismos políticos practican a su placer e impunemente las técnicas de propaganda antes descritas incluidas las del lavado cerebral. Por otra parte no hay que olvidar los fanatismos religiosos. Pero esto es ya harina de otro costal. Si mi estado de salud precario me lo permite abordaré también este delicado tema pero no estoy muy seguro de que podré hacerlo. NICETO BLÁZQUEZ, O.P.